Incendios forestales y calidad del agua, un riesgo desconocido y silencioso

Las consecuencias de los incendios forestales no terminan con el control y la extinción de las llamas.
Con más de 400 000 hectáreas quemadas en lo que va de 2025, el fuego ha dejado una profunda huella en el paisaje de España, pero también amenaza con dejar una marca invisible en ríos, embalses y acuíferos.
Porque de entre los efectos colaterales de los incendios, el deterioro de la calidad del agua es uno de los más persistentes y menos visibilizados. Tras un incendio, la escorrentía arrastra cenizas, nutrientes, metales pesados y sedimentos hacia los cauces, alterando parámetros clave como el pH, la turbidez o el oxígeno disuelto, con efectos que pueden mantenerse durante años (dependiendo cómo de severo haya sido el incendio).
Así que en este artículo, queremos poner el foco en el agua, en los ecosistemas hídricos, convertidos en ocasiones en víctimas silenciosas del fuego. Y proponemos una respuesta basada en tecnologías de monitorización in-situ con sondas multiparamétricas cuya efectividad conocemos tras años de experiencia desplegando soluciones en campo y situaciones de emergencia.
Porque, por suerte, hoy es posible detectar, comprender y mitigar estos impactos de forma proactiva.
Más allá del bosque: qué ocurre en el entorno tras un incendio forestal
Cuando un incendio forestal se da por extinguido, empieza otro tipo de impacto.
La vegetación desaparece, el suelo queda expuesto y los ciclos naturales se alteran. El efecto inmediato es claro: la pérdida de biomasa vegetal, la destrucción de hábitats y liberación de gases de efecto invernadero.
Sin embargo,
las consecuencias posteriores suelen ser más persistentes.
La falta de cobertura vegetal multiplica la escorrentía y, con las lluvias, los cauces reciben una enorme carga de sedimentos, cenizas y contaminantes (nutrientes, metales o compuestos orgánicos) que antes quedaban retenidos. Esto acelera la erosión, altera la morfología de los ríos y aumenta la
carga contaminante en aguas superficiales.
El fuego también
modifica el suelo en profundidad. En ciertos casos, las altas temperaturas generan capas hidrofóbicas que
reducen la infiltración y favorecen el flujo superficial, intensificando así el transporte de contaminantes hacia ríos y embalses.
Estos efectos no son efímeros: transforman el comportamiento hidrológico de las cuencas durante años y suponen un reto adicional para la gestión del territorio, el abastecimiento de agua potable y la conservación de los ecosistemas acuáticos.
Impactos de las diferentes severidades de los incendios forestales en los ecosistemas, servicios y la restauración necesaria. Fuente: Francos, M., Bogunovic, I., & Pereira, P. (2023). Impacto de los incendios forestales en la regulación de las inundaciones y la depuración del agua. Pirineos, 178, not.004. https://doi.org/10.3989/pirineos.2023.178006
Por qué la monitorización in-situ es clave para reducir las consecuencias de los incendios forestales sobre la calidad del agua
Tras un incendio, no basta con saber que el agua está contaminada.
Hace falta saber
cuándo, dónde y cómo se producen esos cambios. La monitorización in-situ permite hacerlo en tiempo real, con datos continuos y bajo condiciones reales, sin depender de muestras de laboratorio que llegan días después.
Los sistemas multiparamétricos de sensores, equipos capaces de registrar simultáneamente distintas variables de calidad del agua, permiten
medir en tiempo real parámetros como:
- pH
- Oxígeno disuelto
- Turbidez
- Conductividad
- Temperatura del agua
- Nutrientes (nitratos, fosfatos)
- Sólidos en suspensión
Gracias a esta capacidad, es posible
detectar alteraciones puntuales que permiten tomar decisiones rápidas.
Estos sensores, autónomos y de bajo consumo energético, pueden instalarse en lugares aislados y transmitir datos en remoto, lo que facilita su uso incluso en regiones de difícil acceso.
Más allá de la vigilancia diaria, la información obtenida permite
cuantificar la magnitud del impacto, diseñar intervenciones específicas y adaptar los sistemas de gestión del agua a un contexto alterado por los incendios forestales. En términos prácticos, contar con estos datos marca la diferencia entre anticipar los riesgos para el abastecimiento y la biodiversidad acuática o enfrentarlos tarde, cuando las opciones de respuesta se reducen.

Cenizas y sedimentos saturando un arroyo en Las Conchas, Nuevo México.
Fuente:
Servicio Forestal del USDA. Dominio público.
Casos reales donde la monitorización de la calidad del agua muestra su eficiencia
Un ejemplo claro es el incendio de Las Conchas (Nuevo México, 2011).
La monitorización continua mostró que, tras episodios de lluvia intensa, se producían repuntes de turbidez de unas pocas horas y descensos bruscos en el oxígeno disuelto, con impactos inmediatos en la fauna acuática.
El estudio también documentó cómo estos efectos se propagaban
decenas de kilómetros río abajo, evidenciando que la repercusión de un incendio excede ampliamente el área calcinada.

Extensión longitudinal de las alteraciones tras el incendio forestal de Las Conchas
Fuente: Ball, G., Regier, P., González-Pinzón, R. et al. Wildfires increasingly impact western US fluvial networks. Nat Commun 12, 2484 (2021). https://doi.org/10.1038/s41467-021-22747-3
Algo similar ocurrió en el incendio de High Park (Colorado, 2012), que arrasó más de 35 000 hectáreas y dejó una huella duradera en el río Poudre, fuente de agua para la ciudad de Fort Collins.
Tras las lluvias, la monitorización detectó picos de turbidez que superaron los 14 NTU, muy por encima de los valores normales, además de aumentos en la conductividad y caídas de oxígeno disuelto. Estos datos permitieron suspender la captación en momentos críticos y evitar que el agua contaminada llegara a la red de consumo.
Ambos casos demuestran cómo los efectos de los incendios en la calidad del agua pueden prolongarse en el tiempo y cómo una red de sensores es clave para reaccionar con rapidez.
El Regimiento de Especialidades de Ingenieros (REI11) de @EjercitoTierra finaliza su trabajo en el entorno del embalse de #Serones , donde han creado un sistema de drenaje que evite que, en caso de lluvia, la ceniza contamine el agua #IFElHerradonDePinares @Defensagob pic.twitter.com/uTCIoiW1Hi
— Emergencias Ávila (@EmergenciaAvila) August 17, 2025
Muestra de las labores llevadas a cabo por efectivos militares para evitar la llegada de ceniza al embalse de Serones, principal fuente de abastecimiento de la ciudad de Ávila (agosto, 2025)
Retos técnicos y oportunidades para proteger el agua después del fuego
Uno de los principales retos es la
falta de datos continuos. Muchos incendios dejan tras de sí impactos en el agua que duran años, pero
la monitorización suele cesar cuando se apagan las llamas. Esta ausencia de seguimiento dificulta valorar la magnitud real del problema.
Al mismo tiempo,
la digitalización abre oportunidades: redes de sensores con transmisión remota, análisis de datos a gran escala e incluso el uso de modelos predictivos que ayudan a anticipar los picos de contaminación tras tormentas.
Invertir en estas tecnologías no solo
protege el agua potable. También reduce los costes de tratamiento, mejora la resiliencia de los ecosistemas y permite reaccionar con rapidez cuando el fuego ya es pasado pero sus efectos siguen presentes.
La calidad del agua tras un incendio, una variable que tiene que recibir mayor atención
Los efectos de los incendios forestales en el medio ambiente no terminan cuando se extingue el fuego.
La
contaminación del agua por cenizas, nutrientes y metales pesados puede prolongarse durante años. De hecho, estudios han demostrado que contaminantes como el carbono orgánico, el fósforo, el nitrógeno y los sedimentos pueden mantenerse en niveles elevados
entre uno y ocho años después de un incendio.
La experiencia muestra que
sin monitorización in-situ es muy difícil anticipar estos impactos y reaccionar a tiempo. Disponer de datos continuos en ríos y embalses afectados permite ajustar tratamientos, proteger captaciones y planificar la recuperación de los ecosistemas.
En este camino, desde empresas como Arantec aportamos
soluciones tecnológicas que permiten
vigilar en tiempo real lo que antes quedaba invisible. Nuestra experiencia en sistemas de monitorización ambiental demuestra que la tecnología puede marcar la diferencia entre sufrir las consecuencias o gestionarlas con eficacia.
El agua es la víctima silenciosa del fuego. Darle la atención que merece es proteger a comunidades enteras cuando el incendio ya parece historia.