¿Qué papel tienen los datos meteorológicos en el fenómeno de la isla de calor urbana?
Deja un comentario / Por admin / 30 de mayo de 2025
Mayo se despide con un inusual episodio de calor que ha hecho que la temperatura roce e incluso supere los 40 ºC.
Pero este calor, en las áreas urbanas, se ve intensificado por el efecto isla de calor urbana. Durante este fenómeno, las zonas urbanas registran temperaturas más altas que los extrarradios, especialmente durante la noche. Y más allá de la incomodidad que genera un calor sofocante, esta situación agrava los riesgos para la salud y merma la calidad de vida.
Para hacer frente al efecto isla de calor, es muy valioso disponer de datos precisos y actualizados que permitan entender cómo afecta el calor a cada barrio o distrito.
De ahí que sistemas como SmartyMeteo, la solución de monitorización meteorológica de Arantec, puedan ser sumamente útiles para medir, modelizar y anticiparse al impacto del calor urbano desde una perspectiva hiperlocal.
Salud pública y efecto isla de calor, una relación cada vez más peligrosa
El calor extremo no afecta a todas las personas por igual. Y en las ciudades, donde el efecto isla de calor intensifica las temperaturas urbanas, la salud pública se convierte en una variable a supervisar.
Cuando las noches no refrescan, el cuerpo humano no logra recuperarse del estrés térmico acumulado durante el día. Esta situación puede tener consecuencias graves, sobre todo en colectivos vulnerables como personas mayores, enfermos crónicos o quienes viven en viviendas mal aisladas o carentes de sistemas de aire acondicionado.
Asimismo, cuando las altas temperaturas se combinan con una elevada humedad relativa, el riesgo se incrementa.
En este sentido, una de las métricas más relevantes para entender este impacto es la temperatura de bulbo húmedo. A diferencia de la temperatura convencional, este indicador combina temperatura y humedad relativa para reflejar el límite físico de la capacidad del cuerpo humano para autorregularse mediante el sudor.
Cuando la temperatura de bulbo húmedo se aproxima a los 35 °C, el organismo pierde su capacidad de enfriarse, lo que puede derivar en consecuencias fatales incluso en personas sanas y en reposo.

Temperatura del bulbo húmedo a partir de la temperatura y la humedad relativa. Fuente: Krestel Instruments
De igual forma, en zonas urbanas densamente construidas, con escasa vegetación y altos niveles de humedad, este umbral puede alcanzarse con más frecuencia de la que imaginamos.
Esto amplifica la vulnerabilidad climática de ciertos barrios, especialmente aquellos con menos acceso a infraestructuras de refrigeración, menos árboles y mayor pobreza energética. El efecto isla de calor, en combinación con condiciones de humedad elevadas, actúa así como un factor de desigualdad urbana con consecuencias médicas, sociales y éticas.
La importancia de la monitorización ambiental urbana
Comprender el efecto isla de calor exige algo más que termómetros en puntos aislados.
Requiere una visión detallada, continua y distribuida del comportamiento térmico urbano. Aquí es donde las redes de monitorización ambiental se convierten en una herramienta imprescindible para cualquier estrategia de adaptación climática en entornos urbanos.
Estas redes, además, miden mucho más que la temperatura del aire.
Incorporan sensores que registran la humedad relativa, la radiación solar, la velocidad del viento y otros parámetros de interés como la referida temperatura de bulbo húmedo que se puede obtener con un psicrómetro. Este nivel de detalle permite detectar variaciones significativas dentro de una misma ciudad.
La clave está en la escala hiperlocal.
A través de estaciones meteorológicas automáticas, sensores móviles o incluso dispositivos de bajo coste con participación ciudadana (crowdsourcing), es posible crear una cartografía en tiempo real que revela los microclimas urbanos. Esta información no solo es vital para la gestión de emergencias por calor, sino también para la planificación urbana, la salud pública y la comunicación del riesgo climático y el establecimiento de un sistema de alertas tempranas de calor.
Una ciudad sin una red de monitorización densa y bien distribuida es, en esencia, una ciudad ciega ante el calor.
Invertir en estas infraestructuras no es una cuestión tecnológica, sino de responsabilidad social y salud colectiva.
Objetivo: proteger la salud desde los datos hiperlocales
El efecto isla de calor no es solo un fenómeno meteorológico. También es un problema de salud pública.
A medida que la temperatura aumenta y las olas de calor se vuelven más frecuentes e intensas, resulta imprescindible contar con información precisa sobre cómo afecta el calor a cada barrio, calle o plaza.
Al medir de forma precisa y continua variables como la temperatura de bulbo húmedo, podemos anticipar situaciones críticas antes de que sea demasiado tarde. Los datos permiten detectar zonas vulnerables, activar alertas, priorizar recursos y evaluar el impacto real de las intervenciones. Sin datos, se improvisa; con datos, se salva.
La integración de estos sistemas en el diseño urbano y en las políticas públicas es una necesidad técnica, pero también una obligación ética ante el calentamiento global y sus impactos desiguales. Apostar por una red de monitorización urbana como la que se puede implementar con las soluciones de Arantec es una inversión en resiliencia, salud y justicia climática.